domingo, 7 de marzo de 2010

COMENTARIO LIBRO: "EL PARAÍSO EN LA OTRA ESQUINA" Vargas Llosa

Hace unos días comentamos en nuestra aula del Centro de Adultos el libro de Mario Vargas Llosa "El Paraíso en la otra esquina". Vino a la clase nuestro amigo Paco Rodríguez para intercambiar opiniones sobre el libro. Fue una buena tarde y creemos que le hemos sacado todo el jugo. Aunque algunos alumnos les costó trabajo leerlo, por aquello de que lleva dos historias paralelas, al final todos coincidieron en que ha merecido la pena leerlo. Hemos conocido las figuras de Flora Tristán y  de su nieto Paul Gouguin, el contexto histórico del siglo XIX: todo lo relativo a la revolución industrial, la explotación de los obreros, el pensamiento socialista, los movimientos pictóricos, como el impresionismo, el fauvismo, etc. y por supuesto a Mario Vargas Llosa.


Luisa Mª Urrestarazu ha hecho el siguiente comentario:

Novela histórica de Vargas Llosa  en la que narra la historia paralela y divergente ( no es un contrasentido) de Flora Tristán y su nieto Paul Gauguin.
El tema trata pues de parte de la vida de estos dos personajes importantes ambos por sus actividades totalmente diferentes pero que convergen en muchos aspectos.
Aunque a mi me gustan las novelas que retroceden en el tiempo van de presente a pasado y como en este caso además combinan dos historias, me ha costado leerla, es una obra muy densa con mucho calado y tienes que estar muy concentrada si quieres enterarte bien del tema.
Hablando de la novela vamos a comentar a sus dos personajes:
Flora Tristán, una vida muy penosa hasta la treintena, pero con una fuerza de voluntad que raya la obsesión una vez que decide su futuro, “la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y una revolución pacífica de los obreros, todo ello detallado en su publicación LA UNIÓN OBRERA” .
Acostumbrada a sufrir desde la muerte de su padre, siendo muy niña y quizás por la no adaptación de su madre a la nueva situación económica, esta mujer amante de la libertad comete el gran delito de abandonar a su marido en una Francia del siglo XIX en la que aunque parezca mentira, los hombres tienen todos los derecho sobre las mujeres y sus hijos. Ésta acción va a condicionar parte de su vida y de las de sus hijos, dos de los cuales mueren, pero su única hija sufrirá la violación de su padre y la ausencia de su madre, algo que marcará su carácter para siempre.  El viaje de Flora a Perú para tratar de conseguir la herencia que le hubiera correspondido de su padre, envuelto en mentiras sobre su vida y una posterior visita a Inglaterra, hace que dedique su vida en lo sucesivo a la defensa de los derechos humanos, con tal ímpetu que renuncia a todo, renuncia al amor de su pareja,   porque la puede distraer de su cometido y al amor de su hija, olvidándose de escribirle hasta en varias semanas después de enviarla a Dinamarca.
En su gira por Francia para aleccionar a los obreros y crear su “nuevo mundo”  que no deja de ser una utopía, Flora pone de relieve su gran valor, su talla moral y su espíritu de sacrificio, dada su mala salud física, pero te deja impresionada la manera en la que trabajaban estos obreros en una Francia, sin olvidar que ya estamos en el siglo XIX, que parece puntera en todos los aspectos.  Gente que trabajaba 16 y 18 horas al día, idiotizados, por un salario mínimo que no cubría ni con mucho sus necesidades básicas y en el caso de las mujeres, el salario era un 50% menos que los hombres.  Encontró otro taller en el que la 
gente trabajaba 20 horas al día (20 horas) y sólo cuatro para el descanso. No se puede creer, pero para mí lo que me encolerizó fue el lavadero. Mujeres que trabajaban todo el día lavando en los lavaderos de las ciudades metidas en el agua casi hasta la cintura, con frio, con calor y además en un agua en el que se vertía el tinte de los guarnicioneros. Como estarían estas mujeres con 25 o 30 años?.  Esto, es lo que vio Flora en esa gira por Francia y que la obsesionó. Flora murió muy joven, tenía 41 años, pero su semilla estaba germinando en Francia, prueba de ello era el comportamiento de la Gendarmería que empezaba a perseguirla y a prohibir sus reuniones.
Paul Gauguin, su nieto, hijo de Aline, un perfecto burgués, trabajando para la bolsa de París después de una juventud en la Marina, una boda y cinco hijos, con unas retribuciones cada vez mas importantes que le permiten ir ascendiendo en la escala social. Nunca ha sentido Paul aficiones artísticas, ni el sexo ha sido importante para él, hasta que su amigo querido Schuff le empieza a introducir en las exposiciones de pintura. 
Como en el caso de Flora, en la treintena la pintura empezó a obsesionar a Paul de tal manera que se pasaba el día trabajando y la noche pintando hasta que debido a la crisis por la que paso la Bolsa de París fue despedido y según él liberado. Su declive económico comenzó hasta que su mujer  volvió a su país, Dinamarca y él se quedó solo con un hijo pequeño dedicado a su sueño, pintar.

No fue fácil para él sobrevivir, de hecho tuvo que marchar a trabajar en el canal de Panamá y en la Martinica. A la vez que aumentaba su pasión por la pintura, aumentaba su pasión por el sexo, al que consideró el factor de la vida, lo que le hacia crear, vivir y lo que le hizo contraer la enfermedad impronunciable que al final terminó con su vida.
Su ansia de libertad y de buscar un lugar primitivo sin contaminar le llevó a vivir a Tahití, lugar en el que realizó sus principales obras y las que él llamo obras maestras como la celebre  “Manao tupapau” . Su vida en Tahití tampoco fue placentera, en parte debido a su carácter provocador, trasgresor, que se granjeó el odio de gente muy importante, en parte por su escasez de dinero que le llegaba de Francia cuando allí vendían alguna tela, en parte por su forma de vivir bebedor pendenciero y por último por las pústulas en las piernas y afecciones que le provocaba su enfermedad. Paul volvió a Francia, pero allí en ocasiones rememoraba al Loco Holandés, Vincent Van Gogh de cuya muerte le acusaban algunos artistas y cuyas obras una vez muerto se vendían muy bien.  En Francia a pesar de trasladarse a pintar a diversas zonas y del ambiente parisino, Paul no se centró y volvió a Tahiti. Su vida no fue mejor que en la ocasión anterior, su enfermedad avanzaba y su desvarío también.  Pensaba que Tahití estaba también contaminada y el seguía soñando con lo primitivo, por ello se traslado a las Marquesas pensando que allí estaba el origen y la gente primitiva practicaría aún en las zonas recónditas sus aficiones ocultas.
Su vida en las Marquesas siguió el mismo ritmo que en Tahití, se enemistó con todas las autoridades,  con la iglesia, la católica y la protestante, se dedicó a sus excesos, propuso a los indígenas que no pagaran impuestos, y él tampoco, hasta su muerte ocurrida a los cincuenta y pocos años. Parte de su obra allí se envió a Francia un día antes de morir, el resto de sus pertenencias fueron confiscadas por la autoridad.
La parte olvidada de esta historia y el nexo de unión entre ambos, es Aline, la madre de Paul, hija de Flora y que sufrió las consecuencias del abandono de su madre a su padre, del alejamiento también de ésta, que incluso cuando se vio tan enferma,( murió pocos días después,) en vez de llamar a su hija, avisó a la dirigente de su obra en Lyon y al final de la prematura muerta de su marido en alta mar camino de Perú.  Paul no sintió tampoco especial cariño por su madre y solo al final de su vida se acordaba de ella.
RESUMEN
El carácter de Flora, denominada “madame le Cólere” por sus estallidos encolerizados se trasmitió a su nieto que tenia esos mismos excesos, además su tesón para conseguir sus fines por encima de todo y de todos era también similar incluso su inicio de actividades, ambos en la treintena y ese juego de “el paraíso en la otra esquina que recuerdan de su infancia,  semeja dos vidas paralelas, pero divergentes en cuanto a la aplicación de esas cualidades de su carácter, mientras la una dedicaba su esfuerzo al bien comunitario y creía que podía constituir una nueva sociedad sin desigualdades, donde los hombres no estarían por encima de las mujeres y se crearían palacios obreros, el otro lo dedicaba a pintar hasta el estaxis, a desenfrenos amorosos y a provocar a la jerarquía.
En el tema del sexo, Flora opinaba que el acto sexual era el sometimiento de la mujer al hombre y aun cuando encontró el amor de la mano de una mujer, Olympia,  renunció a ella para que no interfiriera en su empresa, sin embargo para Paul Gauguin, Koke en Tahití, el sexo se convirtió en su eje, en lo que le daba vida y el sexo y la pintura llegaron a ser un todo.  Ambos murieron sin conseguir sus propósitos, Flora no pudo acabar su obra y Paul hasta después de muerto no alcanzo la gloria. Sus cuadros fueron alabados, disputados por coleccionistas del mundo entero. “Qué injusta es a veces la suerte de los artistas que sueñan con encontrar el paraíso en este valle de lágrimas” cita literal del libro.d
También la cita final es extraordinaria y define a Gauguin tal y como era: ¡ lo único digno de anotarse últimamente en esta isla ha sido la muerte súbita de un individuo llamado Paul Gauguin, un artista reputado pero enemigo de Dios y de todo lo que es decente en esta tierra!


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