Hace unos días comentamos en nuestra aula del Centro de Adultos el libro de Mario Vargas Llosa "El Paraíso en la otra esquina". Vino a la clase nuestro amigo Paco Rodríguez para intercambiar opiniones sobre el libro. Fue una buena tarde y creemos que le hemos sacado todo el jugo. Aunque algunos alumnos les costó trabajo leerlo, por aquello de que lleva dos historias paralelas, al final todos coincidieron en que ha merecido la pena leerlo. Hemos conocido las figuras de Flora Tristán y de su nieto Paul Gouguin, el contexto histórico del siglo XIX: todo lo relativo a la revolución industrial, la explotación de los obreros, el pensamiento socialista, los movimientos pictóricos, como el impresionismo, el fauvismo, etc. y por supuesto a Mario Vargas Llosa.
Luisa Mª Urrestarazu ha hecho el siguiente comentario:
Novela
histórica de Vargas Llosa en la que
narra la historia paralela y divergente ( no es un contrasentido) de Flora
Tristán y su nieto Paul Gauguin.
El tema trata pues
de parte de la vida de estos dos personajes importantes ambos por sus
actividades totalmente diferentes pero que convergen en muchos aspectos.
Aunque a mi me
gustan las novelas que retroceden en el tiempo van de presente a pasado y como
en este caso además combinan dos historias, me ha costado leerla, es una obra
muy densa con mucho calado y tienes que estar muy concentrada si quieres
enterarte bien del tema.
Hablando de la novela vamos a comentar a
sus dos personajes:
Flora Tristán,
una vida muy penosa hasta la treintena, pero con una fuerza de voluntad que
raya la obsesión una vez que decide su futuro, “la lucha por la igualdad entre
hombres y mujeres y una revolución pacífica de los obreros, todo ello detallado
en su publicación LA UNIÓN OBRERA” .
Acostumbrada a
sufrir desde la muerte de su padre, siendo muy niña y quizás por la no
adaptación de su madre a la nueva situación económica, esta mujer amante de la
libertad comete el gran delito de abandonar a su marido en una Francia del
siglo XIX en la que aunque parezca mentira, los hombres tienen todos los
derecho sobre las mujeres y sus hijos. Ésta acción va a condicionar parte de su
vida y de las de sus hijos, dos de los cuales mueren, pero su única hija
sufrirá la violación de su padre y la ausencia de su madre, algo que marcará su
carácter para siempre. El viaje de Flora
a Perú para tratar de conseguir la herencia que le hubiera correspondido de su
padre, envuelto en mentiras sobre su vida y una posterior visita a Inglaterra,
hace que dedique su vida en lo sucesivo a la defensa de los derechos humanos,
con tal ímpetu que renuncia a todo, renuncia al amor de su pareja, porque la puede distraer de su cometido y al
amor de su hija, olvidándose de escribirle hasta en varias semanas después de
enviarla a Dinamarca.
En su gira por
Francia para aleccionar a los obreros y crear su “nuevo mundo” que no deja de ser una utopía, Flora pone de
relieve su gran valor, su talla moral y su espíritu de sacrificio, dada su mala
salud física, pero te deja impresionada la manera en la que trabajaban estos
obreros en una Francia, sin olvidar que ya estamos en el siglo XIX, que parece
puntera en todos los aspectos. Gente que
trabajaba 16 y 18 horas al día, idiotizados, por un salario mínimo que no
cubría ni con mucho sus necesidades básicas y en el caso de las mujeres, el
salario era un 50% menos que los hombres.
Encontró otro taller en el que la
gente trabajaba 20 horas al día (20 horas) y sólo cuatro para el descanso. No se puede creer, pero para mí lo que me encolerizó fue el lavadero. Mujeres que trabajaban todo el día lavando en los lavaderos de las ciudades metidas en el agua casi hasta la cintura, con frio, con calor y además en un agua en el que se vertía el tinte de los guarnicioneros. Como estarían estas mujeres con 25 o 30 años?. Esto, es lo que vio Flora en esa gira por Francia y que la obsesionó. Flora murió muy joven, tenía 41 años, pero su semilla estaba germinando en Francia, prueba de ello era el comportamiento de la Gendarmería que empezaba a perseguirla y a prohibir sus reuniones.
gente trabajaba 20 horas al día (20 horas) y sólo cuatro para el descanso. No se puede creer, pero para mí lo que me encolerizó fue el lavadero. Mujeres que trabajaban todo el día lavando en los lavaderos de las ciudades metidas en el agua casi hasta la cintura, con frio, con calor y además en un agua en el que se vertía el tinte de los guarnicioneros. Como estarían estas mujeres con 25 o 30 años?. Esto, es lo que vio Flora en esa gira por Francia y que la obsesionó. Flora murió muy joven, tenía 41 años, pero su semilla estaba germinando en Francia, prueba de ello era el comportamiento de la Gendarmería que empezaba a perseguirla y a prohibir sus reuniones.
Paul Gauguin,
su nieto, hijo de Aline, un perfecto burgués, trabajando para la bolsa de París
después de una juventud en la Marina, una boda y cinco hijos, con unas
retribuciones cada vez mas importantes que le permiten ir ascendiendo en la
escala social. Nunca ha sentido Paul aficiones artísticas, ni el sexo ha sido
importante para él, hasta que su amigo querido Schuff le empieza a introducir
en las exposiciones de pintura.
Como en el
caso de Flora, en la treintena la pintura empezó a obsesionar a Paul de tal
manera que se pasaba el día trabajando y la noche pintando hasta que debido a
la crisis por la que paso la Bolsa de París fue despedido y según él liberado.
Su declive económico comenzó hasta que su mujer
volvió a su país, Dinamarca y él se quedó solo con un hijo pequeño dedicado
a su sueño, pintar.
No fue fácil
para él sobrevivir, de hecho tuvo que marchar a trabajar en el canal de Panamá
y en la Martinica. A la vez que aumentaba su pasión por la pintura, aumentaba
su pasión por el sexo, al que consideró el factor de la vida, lo que le hacia
crear, vivir y lo que le hizo contraer la enfermedad impronunciable que al
final terminó con su vida.
Su ansia de
libertad y de buscar un lugar primitivo sin contaminar le llevó a vivir a Tahití,
lugar en el que realizó sus principales obras y las que él llamo obras maestras
como la celebre “Manao tupapau” . Su
vida en Tahití tampoco fue placentera, en parte debido a su carácter
provocador, trasgresor, que se granjeó el odio de gente muy importante, en
parte por su escasez de dinero que le llegaba de Francia cuando allí vendían
alguna tela, en parte por su forma de vivir bebedor pendenciero y por último
por las pústulas en las piernas y afecciones que le provocaba su enfermedad.
Paul volvió a Francia, pero allí en ocasiones rememoraba al Loco Holandés,
Vincent Van Gogh de cuya muerte le acusaban algunos artistas y cuyas obras una
vez muerto se vendían muy bien. En Francia
a pesar de trasladarse a pintar a diversas zonas y del ambiente parisino, Paul
no se centró y volvió a Tahiti. Su vida no fue mejor que en la ocasión
anterior, su enfermedad avanzaba y su desvarío también. Pensaba que Tahití estaba también contaminada
y el seguía soñando con lo primitivo, por ello se traslado a las Marquesas
pensando que allí estaba el origen y la gente primitiva practicaría aún en las
zonas recónditas sus aficiones ocultas.
Su vida en las
Marquesas siguió el mismo ritmo que en Tahití, se enemistó con todas las
autoridades, con la iglesia, la católica
y la protestante, se dedicó a sus excesos, propuso a los indígenas que no
pagaran impuestos, y él tampoco, hasta su muerte ocurrida a los cincuenta y
pocos años. Parte de su obra allí se envió a Francia un día antes de morir, el
resto de sus pertenencias fueron confiscadas por la autoridad.
La parte
olvidada de esta historia y el nexo de unión entre ambos, es Aline, la madre de
Paul, hija de Flora y que sufrió las consecuencias del abandono de su madre a
su padre, del alejamiento también de ésta, que incluso cuando se vio tan
enferma,( murió pocos días después,) en vez de llamar a su hija, avisó a la
dirigente de su obra en Lyon y al final de la prematura muerta de su marido en
alta mar camino de Perú. Paul no sintió
tampoco especial cariño por su madre y solo al final de su vida se acordaba de
ella.
RESUMEN
El carácter de
Flora, denominada “madame le Cólere” por sus estallidos encolerizados se
trasmitió a su nieto que tenia esos mismos excesos, además su tesón para
conseguir sus fines por encima de todo y de todos era también similar incluso su
inicio de actividades, ambos en la treintena y ese juego de “el paraíso en la
otra esquina que recuerdan de su infancia, semeja dos vidas paralelas, pero divergentes
en cuanto a la aplicación de esas cualidades de su carácter, mientras la una
dedicaba su esfuerzo al bien comunitario y creía que podía constituir una nueva
sociedad sin desigualdades, donde los hombres no estarían por encima de las
mujeres y se crearían palacios obreros, el otro lo dedicaba a pintar hasta el
estaxis, a desenfrenos amorosos y a provocar a la jerarquía.
En el tema del
sexo, Flora opinaba que el acto sexual era el sometimiento de la mujer al
hombre y aun cuando encontró el amor de la mano de una mujer, Olympia, renunció a ella para que no interfiriera en
su empresa, sin embargo para Paul Gauguin, Koke en Tahití, el sexo se convirtió
en su eje, en lo que le daba vida y el sexo y la pintura llegaron a ser un
todo. Ambos murieron sin conseguir sus
propósitos, Flora no pudo acabar su obra y Paul hasta después de muerto no
alcanzo la gloria. Sus cuadros fueron alabados, disputados por coleccionistas
del mundo entero. “Qué injusta es a veces la suerte de los artistas que sueñan
con encontrar el paraíso en este valle de lágrimas” cita literal del libro.d
También la
cita final es extraordinaria y define a Gauguin tal y como era: ¡ lo único
digno de anotarse últimamente en esta isla ha sido la muerte súbita de un
individuo llamado Paul Gauguin, un artista reputado pero enemigo de Dios y de
todo lo que es decente en esta tierra!
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